La candidata Fujimori ha regresado sobre el indulto a su padre. Es la declaración de una candidata a la presidencia de la república, de manera que el primer código de referencia que hay que emplear para entender el sentido de su propuesta es el político. La señora Fujimori intenta instalar en el debate previo a las elecciones un asunto que la posicione y que reactive los esquema binarios que aún nos dividen entre pro y anti fujimoristas o entre negacionistas y caviares. El efecto de las declaraciones es además casi automático. Mas de tres años después de los beneficios que le otorgó el señor Kuczynski, la mención de un indulto a Alberto Fujimori sigue catapultando reacciones binarias. Pudo ser distinto. Antes del indulto, desde finales del gobierno del señor Humala, diversos sectores vinculados o cercanos al movimiento de defensa de derechos humanos habían admitido que una condición de salud severa apropiadamente confirmada y un procedimiento abierto, desarrollado de cara a las víctimas, pero sobre todo una
expresión sincera de arrepentimiento y compensación al dolor de las víctimas podrían haber producido un resultado distinto.
A fin de cuentas la posibilidad de diversificar las condiciones de cumplimiento del saldo de pena a personas de la tercera edad está siempre abierta, aunque debe manejarse con extremo cuidado cuando se trata de casos sensibles como son los casos que involucran derechos humanos. Por cierto, el cumplimiento del saldo de pena en condiciones que hagan humanitariamente tolerable la condena de una persona mayor de 80 años no pasa necesariamente por un indulto. Requiere en verdad un debate parlamentario destinado a modificar las reglas de cumplimiento de condenas por consideraciones de salud.
Recordar esta vía permite notar que el mensaje de la señora Fujimori no ha sido ensamblado en un taller de ingeniería legal, sino en uno de generación de discursos políticos. De hecho la opción del indulto fue preparada desde alguna mesa en que se rechazaba que los casos de Barrios Altos y La Cantuta representaran ellos mismos crímenes de lesa humanidad o graves violaciones a los derechos humanos. El indulto solo puede ser imaginado así, liso, plano y organizado sobre la voluntad de un mandatario (es decir, tal como lo imaginó el señor Kuczynski) por alguien que niega las especiales sensibilidades que corresponde atender cuando se enfrentan casos de este tipo. El indulto deriva de la negación de validez de estas dos construcciones: crímenes de lesa humanidad y graves violaciones a los derechos humanos. De hecho, puede parecer una paradoja, pero ensayar un “indulto plano” en el caso Barrios Altos, que es uno de los casos en los que la Corte Interamericana perfiló con mayor claridad una de estas dos construcciones, muestra bastante bien de qué se habla cuando se pretende emplear el indulto en estos casos.
Pero hay una segunda evidencia que muestra el sentido del anuncio. Incluso en los casos comunes (las graves violaciones a los derechos humanos no lo son) uno piensa en el indulto como solución al problema de un condenado, cuya situación legal puede caracterizarse de esa manera de forma completa. El indulto de Kuczynski, además de haberse construido con total desprecio a las condiciones especiales que debió tener ese debate (transparencia, imparcialidad y respeto absoluto a los deudos), enfrentó un enorme problema técnico. Para cuando se concedió, en diciembre de 2017, Fujimori ya había sido acusado por el caso Pativilca. Esa acusación creó un problema que la mesa que diseñó el indulto de Kuczynski no pudo resolver, y es que el indulto no sirve para interrumpir juicios. Para interrumpir investigaciones judiciales en atraso la Constitución de 1993 introdujo una medida especial a la que llamó “gracia”, así, en general. La “gracia” permite al presidente interrumpir procedimientos de investigación judicial que hayan durado “el doble del plazo de instrucción mas la ampliación”. A diciembre de 2017 no habría transcurrido ese plazo si se le contaba desde que se amplió la extradición de Fujimori para autorizar el caso Pativilca. Y el caso ya tenía acusación, de modo que la medida simplemente no podía surtir efectos, ni siquiera formales.
Bien, tres años después de ese incidente Alberto Fujimori tiene abiertos no uno sino dos procesos judiciales que no se interrumpirían por un indulto. Esta el caso Pativilca, que fue el que provocó la caída del esquema de Kuczynski, cuyos debates preliminares terminaron hacia del 24 de enero de 2020 (https://elcomercio.pe/politica/alberto-fujimori-y-el-caso-pativilca-en-que-consiste-el-proceso-y-cual-es- su-estado-noticia/) y está ahora el caso de las esterilizaciones forzadas, cuyo juicio comienza en este periodo. Juicio por hechos tan complejos como estos difícilmente terminarán antes de un año. Al menos tres hasta terminar los recursos que suelen plantearse después de un juicio. Estarán abiertos entonces en julio y seguirán pendientes al menos hasta principios de 2024. Y, dado que se trata de juicios y no de investigaciones judiciales previas, no pueden ser interrumpidos ni por el indulto ni por la gracia presidencial hasta entonces.
Los debates judiciales sobre el indulto y la gracia concedidas por Kuczynski tomaron más de dos años. El intento de indultar a Fujimori podría mantenerse en litigio por todo el periodo presidencial de la señora Fujimori, en caso ganara las elecciones.
No parece entonces una medida pensada para ser ganada, sino más bien para producir el debate que ahora se catapulta.
Imposible dejar de notar que estos dos casos, Pativilca y Esterilizaciones Forzadas se sostienen en el tiempo porque hasta ahora los tribunales del judicial los han considerado imprescriptibles. Esta condición proviene del reconocimiento de los hechos bajo una de las dos construcciones que mencionamos líneas arriba: crímenes de lesa humanidad (y entonces se construye en base al Convenio de Naciones Unidas sobre imprescriptibilidad) o graves violaciones a los derechos humanos (y entonces se construye sobre la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos). Si reparamos en esto podremos notar que la escena completa podría tener por objeto también reabrir el debate público sobre ambas construcciones, causando efectos colaterales sobre los términos del debate que está ahora en juicio.
Bien, hasta aquí los términos de referencia que encuentro necesarios para seguir el debate. Veamos ahora qué intensidad logra acumular y en qué dirección se desarrolla.
Siempre es incierto el destino de quien abre las múltiples cajas que llevan el nombre de Pandora.