A propósito de su participación en el II Congreso Internacional de Ética y Lucha Anticorrupción que se lleva a cabo en la Cámara de Comercio de Lima este 15 de agosto, conversamos con el Dr. Miguel Toledo, miembro de la World Compliance Association y Socio Fundador en T&T Abogados.
Con más de 11 años de experiencia internacional asesorando a importantes empresas a nivel mundial para entrar en mercados internacionales, estableciendo y creando filiales y modelos de negocio en otros mercados, en esta breve entrevista, Toledo comparte sus apreciaciones sobre la situación del Cumplimiento Normativo en nuestro país y el impacto del efecto “Lava Jato” en la normativa peruana.
¿Cuál es la situación actual del Compliance en nuestro país en comparación con el resto de la región?
Lo que veo en Perú es que está de estreno la Ley anti-soborno, y otras leyes que se alinean con lo que la ODCE exige, algo que otros países de la región también están viviendo, tal y como en países como España e Italia. De la región, considero que Chile es el que tiene más maduro este tema.
No obstante, cuesta su incorporación porque hay un tema cultural muy fuerte. En Latinoamérica se está llegando a una estructura más firme, pero nos queda mucho por recorrer. Hace falta un cambio de cultura, que muchas veces viene derivado por sentencias.
¿Qué hace falta para que las empresas peruanas le presten mayor atención a la ejecución del Compliance?
Creo que cuando las empresas, los directivos y los empresarios vean que esto tiene un impacto en sus resultados financieros asumirán que es un paso que deben dar. Hasta ahora lo están dando empresas que son serias, que tienen una trascendencia internacional. Y se nota que tienen un punto de vista positivo sobre el Compliance y su importancia. Eventualmente, las empresas que no lo apliquen, quedarán fuera del mercado.
¿Considera que el caso Lava Jato y el impacto de Odebrecht tuvo un impacto positivo a nivel legislativo?
Creo que, en ese caso, cuando hay acciones de tanta contundencia, o al menos que hagan tanto ruido por el impacto que tienen, siempre favorece que la gente vea que hay normas que se deben cumplir, y que incluso las grandes organizaciones deben cumplirlas, y eso ayuda.
A nivel anímico, es cierto, la gente está cansada, de que se saquen tantas normas y de que no se apliquen. En casos como el de Odebrecht, más allá de que es un hecho lamentable, y de que haya empresas importantes involucradas, creo que hay un aspecto positivo porque genera que las normas se puedan dar. Es un buen paso.
¿Qué tan relevante es que se den sanciones penales en casos de corrupción a nivel corporativo?
Cada proceso es un mundo. Evidentemente, las sanciones penales siempre tienen un impacto mucho más fuerte, asusta más, y hace que el resto de la gente que puede estar involucrada se lo tome mucho más en serio.
Sin embargo, utilizar la sanción penal como sistema puede generar una criminalización y no tener el impacto esperado. Es importante analizar cuál es el comportamiento de la empresa antes del proceso, durante el proceso y al finalizar el proceso. Por ejemplo, una empresa que antes del proceso no tenía ninguna iniciativa y mostraba una desidia total, pero que durante el proceso recompone, puede tener una evaluación distinta.
Al final meter una persona 5 o 25 años en prisión, genera un impacto a nivel individual, pero a nivel corporativo lo que en realidad hace daño a una empresa es el factor reputacional, que puede llevarla incluso a la quiebra. Y también está el coste económico, cuando las sanciones se aplican desde un punto de vista económico, y realmente se ejecutan, el impacto puede ser realmente grande. La sanción penal yo la reservaría para actos de corrupción de verdadera envergadura.
¿Cuál considera que es el aporte de un evento como el II Congreso Anticorrupción?
Es importante que se reúna gente experta, profesionales, gente a la que le afecta la norma, es conveniente que estos foros se lleven a cabo, que compartamos opiniones y experiencia. Que se hable de ello. Esto ayuda a que esté en boca de la gente. Por tanto, eventos como el II Congreso Anticorrupción, siempre son positivos porque es un trabajo de concientización, y al final los seres humanos actuamos cuando entendemos las cosas y cuando le vemos un sentido, y por tanto la gente apreciará la importancia de esto.