Los grandes hombres triunfan y trascienden porque actúan con coherencia y porque su actuación es tridimensional, ellos piensan, hablan y actúan. Practican lo que dicen. Piensan con inteligencia, hablan con elocuencia, actúan con decisión y convicción. El inventor Thomas Alva Edinson decía: 99% de transpiración y 1% de inspiración, nunca cesó en su esfuerzo por alcanzar sus sueños como inventar el fonógrafo y la bombilla eléctrica. Los guerreros militares actuaron con estrategia pero lo acompañaron con mucha acción, ejemplos hay muchos encontramos a Aníbal, Pericles, Filippo, Leonidas, Túpac Amaru y Cáceres.
Ese arrojo también se ve en la actuación cotidiana de nuestros conciudadanos, de hombres y mujeres valientes que actúan en las ciudades y en la zona rural, forjando con esfuerzo la esperanza de un futuro mejor. Buscan consolidar un sueño en busca de la tierra prometida para ellos y su descendencia, son ciudadanos que desde el anonimato nos enseñan el camino a seguir. Ellos han construido un Perú paralelo, al formal, al gobierno que se caracteriza por su indolencia, que están bajo sospecha de corrupción con cero credibilidad y representatividad.
Los políticos en general deben entender y actuar con esa coherencia, sin embargo hacen lo contrario. Los discursos terminan siendo líricos cargados de un eufemismo exacerbado, dicen mucho y hacen nada, como diría un dramaturgo: “Mucho ruido y pocas nueces”. En la antigua Roma decían: “La mujer del César no solo tiene que serlo sino parecerlo”. Hoy vemos en los medios de comunicación que muchos congresistas y políticos en general se declaran honestos y luchadores contra la corrupción, pero sus actos van en sentido contrario, tienen como líderes a personajes que están bajo sospecha de corrupción, incluso algunos han ejercido la Presidencia de la República que al abandonar Palacio de Gobierno, han ido al Palacio de Justicia, estos a su vez en su momento se declararon luchadores contra la corrupción.
Algo similar ocurre con las propuestas políticas que hacen los candidatos que para llegar al gobierno, ofrecen “el oro y el moro”, sin ningún sustento y sin ninguna planificación. Al final terminan hablando de una hoja de ruta o simplemente terminan incumpliendo las promesas ofrecidas. Por ello es urgente y necesario que la población en general exija a los políticos que den a conocer sus propuestas y rechacen tajantemente a aquellos que tienen como argumento político la compra de votos y las conciencias.
Los políticos deben actuar con responsabilidad y preparar una propuesta seria y responsable, pero a la vez cumplir al momento de recibir la confianza del pueblo. Es importante que su “palabra encuentre eco en la acción”. Que el ejercicio de su gestión pública sea transparente, para consolidar el fiel cumplimiento de su palabra hecha propuesta. Para que ello ocurra, tiene que formar equipos de alto rendimiento, a mi entender cada uno de sus miembros debería tener las siguientes características: idoneidad, solvencia moral y sensibilidad social, tres características que no son excluyentes.
La palabra convertida en acción debe permitir construir la gran obra pública puesto al servicio del desarrollo de nuestros pueblos, debe permitir la participación plena de la ciudadanía en la formulación y fiscalización de los proyectos, tiene que ir más allá del presupuesto participativo, que muchas veces se ha convertido en un simple trámite burocrático.
La acción debe llevarnos a construir una sociedad donde impere la justicia, la libertad y la solidaridad, es decir una sociedad donde haya oportunidades para todos. La acción conjunta y comunitaria permitirá establecer los clúster tecnológicos y productivos, la asociatividad y el cooperativismo constituyen un ejemplo que permite impulsar diversas actividades productivas y de servicios, como es el caso del movimiento cooperativo que promueve el agro exportación de café.
La acción honesta está ligada al heroísmo, al civismo y al patriotismo. Encontraremos el camino correcto cuando actuemos con coherencia y la palabra encuentre eco en la acción.