Un fantasma recorre el Perú, es el espectro de las elecciones del 2016, cargadas de vetos y arbitrariedades que al final fracasaron y sus autores terminaron en la lona. Ganó PPK y los maquilladores de las elecciones perdieron hasta la camisa.
Buena parte de lo que uno obtiene como información política tiene su origen en reuniones, cócteles, cumpleaños, cuando la gente suelta la lengua con un buen pisco. Cae el telón de lo secreto y se abre el portón de la indiscreción, tan propia de los peruanos.
Fue así como me enteré de los entretelones de cómo se saboteó la candidatura de Julio Guzmán y sus pulpines. Otro indiscreto me contó, frustrado por la derrota de Alan García que solo sacó 5%, como hicieron los del APRA para tumbar a César Acuña.
De boicotear a Acuña se encargaron los del APRA y de Guzmán, los del PPC. Se hundían estos y, era la teoría, surgían Alan y Lourdes cual cometa Halley, ganando la Presidencia del Perú. Fue un coito interruptus, salió PPK y le ganó a ellos y a Keiko, con la prohibición de votación a militares incluida. Chanchullo o no, Dios lo castigó y medioterminó su mandato de mala manera.
¿Cómo hicieron con Acuña? Un grupo de becarios del APRA en la Universidad Complutense se dedicaron a revisar la vida y milagros del académico. Aplicaron un software para detectar plagios en la tesis doctoral del enemigo número uno del partido de la estrella. Y ¡bingo! , encontraron varios, demasiados párrafos, que eran copiados de paporreta de diversas publicaciones. En Lima otro grupete de bufalines hizo la selección para armar la bomba. Lo denunciaron al JNE, paralizando y luego anulando su candidatura. Al final los abogados-magos de Acuña lograron que la Complutense lo absuelva. «Nadie es profeta en su tierra», dijo presto el dueño la Universidad César Vallejo.
El caso del boicot a la candidatura de Guzmán, estuvo en manos de Raúl Castro, en ese entonces Presidente del PPC, y algunos de sus allegados. Fue literalmente una obra de teatro: maquillaron al Juez Malzon Urbina y le crearon un mostacho digno de Fígaro.
Los 11 testigos, que presentaron al proceso en el JNE, fueron obligados a memorizar libretos para no dejar ningún flanco de ataque suelto. Confieso que, a pesar de que la historia era de una vileza sin límites, tenía su parte de humor sibilino y de amor a la huachafería.
Julio Guzmán fue despojado de la candidatura por un grupo de abogados mañosos, que se valieron de la interesada ceguera del JNE, para imponer testimonios ramplones y, a todas luces, falsos. El retiro de Guzmán era clave para los dos partidos tradicionales que apoyaron al ex Presidente Alan García el 2016 pero los votantes del nuevo líder, se alinearon con el antifujimorismo votando por PPK. El gran público había entendido que el malicioso teatro en el JNE tenía personajes que no le convenían
Lo trágico para el país es que aún hay quienes insisten en llamar «reforma política» a una reedición abusiva del 2016. En esa línea está el requisito de militancia de 3 años en un partido político, para dejar fuera a Julio Guzmán y Verónica Mendoza.
Repetir el 2016 es volver a negar el cambio, repetir los errores que nos debilitan como país, y sería un violación a las reglas de la democracia. Justificaría la insurgencia como dice bien la Constitución.