En estos días somos testigos del desarrollo exitoso de la VIII Cumbre de las Américas. En esta reunión se estudian temas de alta importancia diplomática y comercial trascendentes para los Estado americanos, y el Perú tiene la gran responsabilidad de ser el anfitrión y garantizar que la Cumbre se desarrolle con éxito.
Llama la atención cómo durante el mandato del ex presidente PPK se utilizó políticamente la realización de esta Cumbre para cuestionar el procedimiento de vacancia, pues se decía que una potencial vacancia presidencial pondría en riesgo su desarrollo. Incluso, algunos medios aseguraron que el propio Presidente trató de boicotear el evento presionando a los otros países invitados a emitir un pronunciamiento en su favor.
Nada de eso ocurrió. La vacancia presidencial no significó un obstáculo para la realización exitosa de la Cumbre y, muy por el contrario, la decisión de separar del cargo a un Presidente, dados los severos cargos que se le imputan, fue vista en el ámbito internacional como saludable para la democracia latinoamericana. Y es cierto, las crisis políticas ahora se resuelven en estricta aplicación de la Constitución, sin hacer eco de voces que intentan desestabilizar el sistema. Como democracia y como sociedad hemos progresado.
El actual gobierno, con el poco tiempo que tiene en el cargo, ha sabido organizarse para evaluar las necesidades de cada sector, conformar un nuevo gabinete y continuar con el proceso de reconstrucción del Norte; todo esto, sin descuidar la organización de la Cumbre de las Américas. Un gran mérito en el que apoyamos todos.
Ahora que es evidente que la Cumbre se desarrolla con éxito y el nuevo gobierno está a la altura, comenzamos a escuchar voces ―muy afines a PPK en su momento― que desmerecen la Cumbre. Resulta que ahora ya no es importante porque no vendrá Trump, o porque en el fondo es un solo un asunto de mero protocolo.
A estos críticos del momento hay que decirles que lo que debe quedar al final de la Cumbre es la imagen del Perú en el plano internacional, como un país democrático plenamente cumplidor de su Constitución y de sus Leyes.