En el argot popular escuchamos decir: “La historia se repite” y no se equivocan, muchos momentos se repiten en lugares, tiempos y circunstancias distintas. Hay un hecho muy conocido de la historia universal, me refiero “al caballo de Troya”. Recordemos como Ulises (Odiseo) se las ingenió para cruzar las murallas inexpugnables de Troya, construyó un inmenso caballo de madera donde introdujo a su ejército y lo cedió como regalo al rey Príamo en señal de paz, una vez dentro de la ciudad los soldados salieron del caballo, realizando un ataque sorpresa, doblegando de esa manera al ejército troyano. Esa estrategia militar se ha convertido en un paradigma, aplicado en la época actual en diversos escenarios. En el mundo informático hay robots conocidos como troyanos, que de manera remota se insertan en las computadoras para husmear y extraer información.
En la gestión pública también encontramos troyanos que han sido colocados de manera estratégica por ciertos grupos de poder en alianza con malos funcionarios públicos, y los llaman “tecnócratas”. Muchos de ellos han cursado estudios superiores en prestigiosas universidades del Perú y del extranjero, se caracterizan por no tener escrúpulos. Algunos han trabajado para grupos empresariales con esencia mercantilista. Los ejemplos más notables se dan en el sector minero, energético, financiero y telecomunicaciones. No es malo haber trabajado en empresas multinacionales, lo malo está en que sus acciones no responden al interés público.
Muchas normas y reglamentos legales emanados desde los ministerios son elaborados por los troyanos a imagen y semejanza de sus “colocadores”. Cuando ocurren conflictos sociales acompañados con reclamos violentos en busca de una explicación, los troyanos que fungen en defensa del Estado, salen a decir que todo está orden, es decir de acuerdo a las normas que ellos en su momento han preparado.
Los troyanos tienen una capacidad impresionante para mutar y transitar por distintos ministerios y permanecer gobierno tras gobierno. Forman parte de una burocracia dorada bien remunerada, y ubicados en puestos de alta jerarquía de la gestión pública. Conocen el arte camaleónico que les permite mimetizarse. Por otro lado, tienen una gran capacidad para participar en la silla giratoria, cambian posiciones entre el gobierno y la empresa privada de manera rápida y natural. Los troyanos están en estrecha relación con el lobby.
Los troyanos actúan en contra sentido de la necesidad de formar una burocracia profesional y honesta, para que coadyuven esfuerzos en la dinamización y gestión eficiente de los recursos del Estado. Tener una burocracia comprometida con el desarrollo del país es un desafío de los gobernantes, debe convertirse en una política de Estado y establecer un paradigma que tenga como centro el ciudadano.
Los sistemas de control y fiscalización del Estado deben identificar y expulsar del gobierno a los troyanos. La carrera pública debe ser reformada y orientada por los principios de la transparencia, eficiencia y sensibilidad social. Así como existe un antivirus para combatir a los troyanos informáticos, debemos ser capaces de consolidar el gobierno y en especial los servicios públicos a través de la transformación digital.
Nuestros servidores públicos deben están altamente comprometidos con el desarrollo del país, urge cambiar las creencias y valores, para establecer una nueva cultura organizacional. Considero que los servidores públicos deben tener como mínimo tres características: Capacidad profesional, solvencia moral y sensibilidad social. Y deben estar alertas de los troyanos, cuyos actos deshonran a la burocracia, por ello es necesario el deslinde público. Los servidores públicos deben sentir que están colaborando con el bienestar social.
El gobierno, desde la visión de dirección estratégica de recursos humanos, debe diseñar un plan que permita desarrollar el talento de todos los servidores públicos para alcanzar un alto rendimiento de desempeño, generando valor para todos los peruanos.