¿Por qué seguimos creyendo que estos son eventos fortuitos? ¿Acaso solo podemos lamentar nuestra “mala suerte”, hacer campañas solidarias post tragedias e iniciar procesos de reconstrucción? ¿Acaso no hemos aprendido nada en tantos años de sismos, inundaciones, desbordes y huaycos?
Con el pasar de los años hemos creado instituciones y sistemas, hay expertos en lo público y sobre todo en lo privado, fundamentalmente en los gremios profesionales y en la academia.
Adicionalmente, nuestro país ya sufrió el impacto de estos desastres y respondió de diversas formas: programas, proyectos, fondos e institucionalidad de diverso enfoque. ¿Por qué no aprendemos de lo que funcionó y de lo que no funcionó? ¿Por qué tratamos de inventar siempre todo de nuevo? ¿Por qué no incorporamos esas valiosas experiencias? Y sobre todo… ¿Por qué no aceptamos de una buena vez, que gran parte de los desastres pudieron ser evitados o al menos disminuir sus impactos?
Al parecer nunca nos alcanzará el tiempo ni los recursos para atender los desastres que ocurren… ¿Por qué no somos capaces de aprender a prevenir?
Hace mucho que sabemos que estamos en zona sísmica, hace mucho que sabemos que estamos expuestos a tsunamis, hace mucho que sabemos que estamos expuestos a inundaciones, desbordes y huaycos.
Y sabemos que cada vez será mayor el riesgo por el cambio climático, porque nuestras ciudades se vuelven densas, porque la población construye sin orientación técnica ni control de las autoridades, que supuestamente están para proteger al ciudadano en nombre del Estado.
Cuándo vamos a tener una política de Estado que proteja al ciudadano en cada parte del país, con instituciones permanentes y permanentemente articuladas con todos los niveles de gobierno, que se hagan cargo de una buena vez de la Gestión de riesgos de desastres, con labores sostenidas de prevención. ¿Cuánto tiempo más debemos esperar?