La disputa encubierta por el poder financiero global (2da. Parte)

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Foto: HispanTV

El entramado financiero al que hacíamos referencia en la 1ra. parte de este artículo se consolida y prolonga a instancias de la Segunda Guerra Mundial. EEUU necesitaba mercados para colocar su masiva producción industrial y una Europa destruida, así como una Alemania Nazi vencida era propicia para el intenso comercio que se produjo, de una parte, e imponer su moneda: el dólar americano, como patrón de referencia mundial, por otra parte, desplazando al oro que era la reserva mundial que los nazis habían impuesto.

Seguimos usando el dólar estadounidense no sólo en las operaciones comerciales bilaterales, sino como divisa común de las reservas monetarias de los países. El euro no ha sido capaz de sustituir al dólar, aunque sea intercambiable. Los propios países europeos, con excepción de los nórdicos, tienen dificultades para manejarse con el euro ya que los estándares de vida de los países europeos difieren entre sí, a tal punto que Gran Bretaña se ha visto obligada a retirarse de la UE, aunque el proceso —llamado Brexit— no ha concluido aún.

Ciertamente, que se use extendidamente el dólar americano como divisa internacional respalda enormemente las operaciones económicas, financieras y comerciales de EEUU. Les permite, asimismo, que puedan seguir emitiendo su moneda sin que se desencadene una masiva inflación interna; vale decir, que el intenso movimiento comercial y bursátil garantiza su solvencia financiera. Es en buena cuenta una de las condiciones de su poder hegemónico.

En el otro lado del hemisferio, China se ha convertido en el protagonista en disputa por el predominio económico mundial de EEUU. El gigante asiático ha invadido casi todos los mercados sin excepción, con una política de precios bajos de su producción industrial y tecnológica que, aunque inicialmente era de baja calidad, ha ido elevando esos estándares hasta llegar a producir tres tipos de calidades —para tres tipos de mercados también— por medio de incluir en todos sus tratados comerciales bilaterales con los países desarrollados, una cláusula que exigía la transferencia tecnológica. Ésa era condición sine qua non para que los productos de los países desarrollados ingresen a su enorme mercado de 1,380 millones de habitantes. Con una abundante mano de obra y un estilo de vida, donde “se vive para trabajar”, en lugar de “trabajar para vivir”, es evidente que China está empeñada en destronar a EEUU como la primera potencia económica mundial. Para lo cual, no sólo ha ido copando mercados en todas las regiones del mundo, sino que ha comprado más de 900mmd en bonos de tesoro norteamericano; enormes cantidades de activos en Norteamérica, Europa y Australia; toneladas de barras de oro; mantiene un intenso movimiento bursátil tanto en Hong Kong como en Shanghai; ha logrado tratados comerciales donde la moneda de intercambio sea el Renminbi (yuan) con Rusia, Irán y Pakistán y, junto con EEUU e India, es el país que más invierte en inteligencia artificial (IA) en el ámbito de los mercados financieros. Según la red LinkedIn, China tiene casi dos millones de profesionales que trabajan en IA, EEUU tiene 850 mil e India tiene 150 mil.

Obviamente, a los especuladores del sector financiero ya no les basta el análisis tradicional sobre rendimientos basados en algún activo y las perspectivas de los agentes o empresas que lo habían puesto en circulación, porque con los nuevos equipos y programas de IA podrían manipular para reducir o aumentar las pérdidas o ganancias no sólo de empresas y corporaciones, sino de países enteros que podrían quedar en la ruina o aparecer con una bonanza astronómica.

Si bien es cierto que a los chinos les resulta difícil entender cómo opera el sistema financiero de EEUU; más aún, porque el sistema bancario chino es de reciente data (se inicia con la reforma económica) y está totalmente centralizado en el Banco Nacional de China; sin embargo, utilizan otras herramientas financieras como las expuestas más arriba.

De manera que frente a una situación financiera inestable globalmente, la guerra o disputa encubierta entre China y EEUU puede complicar mucho más la debilidad de la economía mundial. Que los economistas y políticos no ignoren este complejo escenario capaz de afectarnos a todos.

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