Llama la atención el afán que imprime el Ejecutivo en denominar al nuevo gabinete ministerial como aquel de la “reconciliación”. Hacen pues, una práctica de negación. Algo que dudo haya podido siquiera convencer a quienes están en dicho poder. Y es que lejanamente a congregar, pareciera que el Presidente y la Premier se han afanado en generar conflictos en agrupaciones e instituciones.
No llama la atención la demora en la formación del gabinete. Y es que formar parte de uno en el que se encuentra encabezado por quien ha sido víctima de una mentira o responsable de la misma es pedir demasiado.
No llama la atención las prácticas utilizadas para la formación de dicho equipo, pues han hecho evidente las más recurrentes manías del Presidente de la República y de quienes lo acompañan. En efecto, no sólo el juego de las sillas, sino la puerta giratoria ponen un sello de denominación de origen a este gabinete.
No llama la atención que estas herramientas sean utilizadas. El juego de las sillas es indispensable para la subsistencia de un gobierno en el que pocos… poquísimos, aún pueden creer. Y la puerta giratoria permite devolver favores sin distinguir intereses privados de los colectivos.
Cuando se iniciaba este gobierno, quienes alentaban al Ejecutivo se llenaban la boca de la existencia de un denominado “equipo de lujo”. Hoy a un año y medio de asumida su gestión, no está en discusión la calificación excepcional de dicho grupo, sino incluso su mera existencia. ¿Acaso alguien considera, en su sano juicio, que hoy hay un equipo de gobierno?