Susana, ¡tus errores!

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Foto: La República

¡Susana, Susana, Susana tus errores! dice la letra de una conocida canción que causó furor en la década de los 80´s, junto a Las Torres y otras más, del grupo de rock Los Nosequién y Los Nosecuántos, que con sarcasmo hablaban de la coyuntura de nuestro país. Sonaban estas canciones las pocas veces que teníamos luz eléctrica o cuando el ruido de las bombas así lo permitía. Esta década también es recordada por el profundo terror y dolor que sembraron los grupos terroristas de Sendero Luminoso y el MRTA, primos lejanos de la izquierda peruana, la izquierda caviar representada por Susana Villarán y Humala, que hoy se ven implicados en gravísimos hechos de corrupción vinculados al mayor escándalo de la región, el caso Lava Jato.

Como sabemos, la corrupción ha sido junto al terrorismo las más grandes lacras que ha sufrido nuestra sociedad, por lo que cualquier acto vinculado a estos delitos, lo cometa quien lo cometa, debe ser investigado y sancionado. En la corrupción es sabido que ésta ocasiona grandes pérdidas a nuestro país y a su vez TRAICIONA la confianza de seguidores y electores, así como perjudica terriblemente el desarrollo de nuestro país, condenando a los peruanos más necesitados a permanecer en el círculo de la pobreza, sin oportunidades para mejorar sus condiciones de vida.

Entendiendo el rol de la izquierda en nuestra historia, no podemos dejar de cuestionar su accionar ante las recientes acusaciones contra la ex alcaldesa de Lima, Susana Villarán, por presuntamente haber solicitado, recibido y hasta agradecido la entrega de dinero de la confesa y corrupta empresa Odebrecht para financiar la campaña del “NO a la revocatoria”, con el fin ulterior de permanecer en el cargo y no ser revocada, como sucedió con otros conspicuos miembros de su gestión edil.

Estas gravísimas acusaciones, no solo se sustentan en testimonios del propio Marcelo Odebrecht o de su operador Jorge Barata, sino que también habrían sido corroborados por los encargados de la campaña mencionada, los señores Favre y Garreta, que una vez más se filtran desde donde se maneja esta información.

Al día de hoy no he leído un solo artículo, columna o similar de los áulicos de la izquierda caviar peruana zanjando con estas acusaciones, señalando que las mismas son suficientes para las restricciones que piden para quienes no son sus correligionarios, o exigiendo se explique a todos los peruanos cómo ante “evidentes pruebas” la fiscalía hasta hoy no haya hecho nada. Es cierto, el mandato de prisión preventiva no es algo que se deba tomar a la ligera, y hay varios elementos que deben tenerse en cuenta para abordar este tema de forma integral; pero, nuestra crítica no va por ese lado. Lo que cuestionamos en mayor medida hoy, es la falta de imparcialidad en el trato a los presuntos corruptos. Cuestionamos la facilidad con la cual a algunas personas se las lapida en los medios, sin prueba alguna y como en otras, ante casos similares o más graves, no se les acusa de corruptos, rateros y demás, sino que, tan solo prefieren referir la necesidad de que se les investigue respecto de tales las acusaciones, como si ello dependiese de su voluntad.

Ahora sus fieles escuderos, sus operadores, sus referentes, aquellos que coordinaban prácticamente todo con Susana Villarán, sufren de una pandemia de indignación, de asombro, de decepción y de unas evidentes ansias de conocer la verdad. Si fuese verdad tanta indignación, por qué hasta la fecha no solicitan de mutuo propio declarar o colaborar con la Comisión Lava Jato o con la Fiscalía para lograr el esclarecimiento de los hechos.

Lo que se espera no es hacer leña del árbol caído, ni mucho menos, lo que esperamos es que se aplique la ley a todos por igual. Que todas y cada una de nuestras ex autoridades acusadas de corrupción sean investigadas con la misma rigurosidad con que a veces actúa el Ministerio Público, queremos que cada cuenta sea auditada y que se sepa de donde vino cada sol, cada dólar, o más bien “cada real”, porque es muy fácil acusar y también muy fácil lavarse las manos, darse de indignados y decir que de verdad creyeron que 3 millones de dólares cayeron del cielo, más aún cuando alguno de ellos se ufanan de conocer la gestión pública y de ser honrados, pero cuando estaban al lado de su lideresa, nunca cuestionaron ninguna decisión. Doble rasero le decimos algunos, otros les dicen cómplices. Ojalá esta vez la justicia no tarde ni olvide.

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