La pelota y la política deben jugar por el Perú

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Foto: El Bocón

Por el Jirón de la Unión caminaban tres amigos preocupados porque sabían que al llegar a la plaza San Martín tenían que separarse, ellos eran el agua, el calor y la confianza. Hasta que uno de los tres preguntó: ¿qué haremos cuando nos separemos?

Entonces el agua dijo: “si me pierden y quieren encontrarme, búsquenme en los lugares donde exista abundante agua, en los ríos, en el mar, en los lagos, en nuestra selva, por ejemplo”, los demás aceptaron.

Luego, el calor dijo: “si me pierden y quieren encontrarme, búsquenme en los lugares donde existe abundante sol, como en Nazca, Piura, Ica, o Paracas, por ejemplo”, los demás aceptaron.

Y finalmente, la confianza dijo: “si me pierden, nunca más volveré a aparecer”, y los amigos se quedaron pensando.

En nuestro país estamos viviendo momentos extremos. Por un lado nuestra selección peruana nos llena el corazón de esperanza y de ilusión por su retorno a un mundial luego de 36 años. Mientras que los políticos de turno nos llenan de desánimo y frustración frente a la crisis política que padecemos hace varios años.

Es penoso ver cómo ─desde uno de los poderes del Estado─ intentan sacarle “tarjeta roja” al titular de la Fiscalía, un ente autónomo que debe garantizar la legalidad de todos los peruanos, pero que ahora atraviesa una doble acusación constitucional cuyos fundamentos se basan en recortes periodísticos y en la “inacción” del Fiscal de la Nación al no intervenir en el trabajo de los fiscales provinciales anticorrupción responsables del caso Odebrecht. Exactamente lo que la Ley le prohíbe termina siendo el motivo de dicha acusación.

Es penoso también ver como algunas decisiones en las comisiones parlamentarias terminan aprobando normas contrarias a los intereses de todos los peruanos. Un ejemplo es la modificatoria a la Ley de la alimentación saludable N° 30021, aprobada en el gobierno pasado, reglamentada después de tres años, aún no está vigente, y la comisión de “defensa del consumidor” modifica el formato de etiquetado de los alimentos procesados. Sin mayor sustento técnico ni científico han dispuesto un híbrido que no se aplica en ninguna parte del mundo, una disposición que contradice las recomendaciones del sector salud, del Colegio de Nutricionistas, e incluso, lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud, es decir, en contra de lo que recomiendan los expertos, pero en beneficio de las grandes industrias que comercializan sus productos chatarra sin la más mínima ni clara advertencia.

Otra lamentable decisión parlamentaria aprobada por el pleno a pocas horas del partido de Perú contra Nueva Zelanda es la modificación de requisitos para postular como autoridad regional. Antes se exigía un mínimo de 3 años de residencia efectiva en la región donde se postula y ahora con esta modificación bastaría con haber nacido en dicha región para ser candidato. Una decisión que pareciera obedecer a los caprichos de la mayoría parlamentaria, y que seguramente conoceremos las razones de fondo el próximo año en las elecciones regionales. Otro parche más a la precaria legislación electoral peruana.

Este tipo de decisiones y otras acciones individuales de cada congresista, gobernador, alcalde, ministros o funcionarios de las entidades de gobierno que terminan siendo cuestionados por los expertos en cada materia, por la sociedad, los medios de comunicación y, de manera más nociva, a través de las redes sociales, no hacen más que fomentar la desconfianza y el descrédito en los poderes del Estado y las instituciones, debilitando el principio de autoridad, y cuya consecuencia se verá reflejada en una crisis de gobernabilidad que parece cada vez más próxima en nuestra insipiente democracia.

La falta de confianza arrastra consigo la falta de respeto y abre camino a la imposición por la fuerza, una imposición cargada de violencia que terminará polarizando más a los peruanos. En lugar de unirnos y trabajar juntos para construir un Perú mejor, pareciera que estuviéramos empeñados en derrumbar el éxito del vecino porque nos creemos mejor que él, por lo tanto, no merece más que lo que yo tengo. Otra vez esa frase “el enemigo de un peruano es otro peruano” se convierte en la sombra del bicentenario de nuestra independencia.

Mientras esto pasa en la política peruana, también tenemos un ejemplo de que somos capaces de revertir esta crisis. La selección peruana nos ha demostrado que la esperanza no se debe perder, nos ha demostrado que frente a la adversidad necesitamos estar unidos, lo que sucedió con Paolo Guerrero es un vivo testimonio de que podemos cerrar filas para alcanzar el gran sueño de ir al mundial, y lo que hizo Farfán en el campo es una muestra del valor de la confianza que debemos cultivar en nuestra sociedad, porque muchos fueron muy críticos con él, y con otros destacados futbolistas como Pizarro. Sin embargo, ese primer gol y ese llanto de emoción dedicado a su compadre Guerrero, nos debe enseñar que nos toca hacer lo mismo a quienes creemos que el Perú también puede ascender, dejar el subdesarrollo y entrar en las ligas mayores del progreso y la felicidad.

Los que hoy gobiernan deben asumir el deber de defender la democracia, de evitar que perdamos la confianza en nuestras autoridades e instituciones, de respetar la autonomía de cada actor político, y juntos, cada uno cumpliendo su rol en la cancha, deben hacer bien su trabajo. Solo así todos podremos decir nuevamente ¡arriba Perú! Porque podemos, porque lo merecemos, porque el Perú “es un país que no se rinde” (como dice la canción por la llegada del Papa).

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