Seguimos disparándonos a los pies

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Foto: El Comercio

Vivimos días donde se ataca la endeble institucionalidad del país presentando denuncias constitucionales contra el Fiscal de la Nación y contra los magistrados del Tribunal Constitucional.

Vivimos días donde la Comisión de Constitución del Congreso interpreta que el Parlamento está por encima del Presidente Constitucional, elegido democráticamente con poderes e inmunidades regulados en la misma Constitución Política que ellos aprobaron e implementaron en 1993.

Se pretende obligar a la máxima autoridad del Estado peruano a comparecer a una comisión de investigación del Congreso que, a todas luces, perdió objetividad y nadie cree que hará “justicia”, pese a que no tienen esa competencia y ni siquiera están preparados para esa función auto asumida.

Vivimos días en los que algunos de los principales países de América Latina están saliendo de una desastrosa gestión, basada en un socialismo que en pleno siglo XXI no funciona y nunca funcionó (falta Chile con próximas elecciones), con un común denominador que es la corrupción.

Vivimos días en los que ya se identificaron los primeros funcionarios (y es evidente que aún faltan muchos) en la cárcel, en forma similar a lo que está ocurriendo en nuestro país respecto a un gobierno al que se le dio una segunda oportunidad.

Vivimos días en los que un gobierno aprovechó ―en términos económicos― las bondades del alza de los commodities, pero existió un grupo de gestores que no pudieron con su “genio” y se beneficiaron a título personal (o grupal) de una corrupción que ―al parecer― solo interesa que no exista a un pequeño sector de la población.

Recordemos que hubo en el Perú una elección metropolitana donde al vencedor se le atribuyó el eslogan “roba pero hace obras”, y que tanto la Fiscalía como el Poder Judicial demostraron a todas luces que les falta mucho por aprender y hacer para eliminar este flagelo.

Argentina inició ya un cambio de chip, promoviendo inversiones en infraestructura, agua y energía a través de Asociaciones Público Privadas (APPs) por un monto estimado en US$ 97 mil millones. En cambio, en el Perú, ni siquiera podemos mantener al “Zar de la Reconstrucción del Norte” y siguen paralizados los proyectos de inversión, pese a que hubo un economista que se jactó de que iba a solucionarlo en solo seis meses, destrabando inversiones por US$ 18 mil millones.

Por encima de esta corrupción, los países de América Latina entendieron que es necesario seguir para adelante, iniciando discusiones sobre reformas, entre ellas la laboral y la del sistema previsional. Para ello se optó por diferentes caminos: una cumpliendo las formalidades abriendo los espacios de diálogo con la resistencia (obvia) del sindicalismo (Argentina); y la otra aprobando Leyes en el Senado de manera vertical (Brasil).

Vivimos, sin duda, momentos de difícil situación en el Perú. Por ello, es conveniente solo abrir espacios alturados de discusión. No creo que podamos hacer mayores reformas. El Ejecutivo debería dedicarse, entonces, a hacer obras como las que está haciendo el MTC y esperemos que pronto Vivienda, Construcción y Saneamiento.

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