El devastador terremoto ocurrido en México nos ha inundado de tristeza por lo acontecido a miles de familias en este país, pero a su vez nos genera gran preocupación por la catástrofe de dimensión inimaginable que puede darse en nuestro país, ante un evento de la naturaleza similar en alguna de las principales ciudades del país, en especial en Lima.
Si pensamos en los más recientes desastres naturales que han golpeado al Perú es imposible no considerar los devastadores efectos del Niño Costero de inicios de este año y el terremoto del año 2007.
Para marzo de este año, la cifra de personas que perdieron sus viviendas a causa de los desbordes y huaycos ascendía a casi 142 mil, y aproximadamente 940 mil vieron afectadas las suyas. No podemos olvidar la terrible cifra de 101 fallecidos. Viviendas, puentes, carreteras, colegios, centros de salud, todos dañados o destruidos. La pregunta que cabe formular es si estos daños, ¿se pudieron evitar?
El Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres (CENEPRED) es un organismo técnico que forma parte del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (SINAGRED), que fue creado en el 2011, con la finalidad de identificar y reducir los riesgos ante situaciones de desastres. Lamentablemente sus encargados señalan que tenemos un camino muy largo por recorrer antes de poder hablar de niveles óptimos de prevención. La falta de información en los gobiernos regionales, incumplimiento de las sugerencias y leyes, así como un presupuesto muy exiguo para invertir en prevención, son algunos de los problemas.
El 6 de setiembre último, el Consejo de Ministros aprobó el plan de reconstrucción de las zonas afectadas por el Niño Costero, con un aumento de presupuesto de S/. 23,338 millones a S/. 25, 655 millones. De dicho presupuesto, S/. 5,446 millones serán destinados a actividades de prevención. Pero el enfoque planteado es tan amplio que se espera que una mirada de infraestructura sea suficiente para enfrentar todas las carencias que vienen enfrentando las familias de la zona de emergencia en el norte del país.
Por otro lado, nos causa profunda preocupación el retraso en las actividades de reconstrucción tras este desastre, esperemos que no se repita lo ocurrido en Pisco. Ya que 10 años después de haberse producido el desastre, muchas familias aún no cuentan con viviendas reconstruidas, se tienen colegios con materiales inestables y otros lugares importantes de la ciudad en ruinas.
Asimismo, es importante tener en cuenta que el Perú se encuentran asentado sobre más de 200 fallas geológicas, que son las responsables de los movimientos telúricos, y que además ha sido señalado como el tercer país más vulnerable al cambio climático en el mundo. Con estas características nos queda más que claro que la única opción que tenemos es iniciar una importante inversión en prevención de manera responsable.
Según cifras mostradas por INDECI (2012), en caso de producirse un terremoto de grado 8 en Lima (algo muy probable por lo ocurrido en Chile hace una año), el nivel de pérdidas de vidas sería superior a 50 mil personas, 686 mil heridos y 200 mil viviendas destruidas. Ahora, pensemos en las viviendas tugurizadas del Centro de Lima ―aquellas que tienen decenas de años y que aún se siguen habitando pese a no ser seguras―, además de las casas construidas en las laderas de los cerros con suelo arenoso y poco seguro. Asimismo, es importante recordar que los servicios de agua, luz, desagüe, salud y de atención de emergencias no están preparados para afrontar tal nivel de devastación.
Necesitamos que el Poder Ejecutivo y las autoridades locales tomen conciencia de esta realidad y ordenen las ciudades, que se dejen de gastar enormes cantidades de dinero en propaganda en medios de comunicación o en la construcción de obras aisladas y cuenten con un plan para mitigar esos posibles efectos.
No podemos prever la ocurrencia de un terremoto de gran intensidad en Lima u otras zonas del país, pero está clarísimo que ello ocurrirá. La ciudadanía organizada debe exigir que las autoridades cumplan con su rol de ordenación y prevención.