Uno de los grandes desafíos que nos deja este PERUMIN 2017, en el cual participamos como DEPOLITIKA.PE, es la necesidad de —de una vez por todas— una marca país de la minería peruana.
Es absurdo que el optimismo que hoy se respira en este dinámico sector, así como las buenas prácticas de gestión social y ambiental que tienen muchas de nuestras mineras más modernas en sus portafolios, no logren plasmarse aún en una marca país que difunda lo que ya exportamos al mundo con nuestros minerales.
La importancia de tener una marca país para la “minería peruana” es una forma de exigir a este sector innovador darle más y más valor agregado a nuestros productos y servicios. Esto ya se da en la práctica empresarial, pero lo increíble es que todavía el sector siga manteniendo estándares obsoletos de marketing para difundir sus propios logros a nivel mundial.
Un claro ejemplo de cómo debemos desarrollar una marca potente para la minería nacional es el caso de nuestro vecino del Sur en la región, Chile. Ellos, además de ser nuestro principal competidor son también nuestro principal aliado para vender el hub minero de Sudamérica al resto del mundo. Eso lo tienen claro hace mucho nuestros empresarios y los suyos. Hace varios años que tenemos una agenda en común; pero esta alianza estratégica de “coopetencia” no tiene todavía una expresión comunicacional, bajo la forma de
un concepto de marca que muestre las bondades del hub.
Lo interesante del marketing chileno es que aprovecharon esta versión 33 de la Convención Minera para lanzar su nueva marca “Chile Servicios”, combinando el esfuerzo de su la Agencia de Promoción de Exportaciones – PROCHILE y su Fundación Imagen Chile, compartiendo una sola estrategia país.
Sabemos hoy que la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía se ha puesto como meta convertir a la MINERÍA PERUANA en un “lovemark” o lo que más se parezca a ello. Quizá con que nos sintamos orgullosos de nuestra minería sería suficiente. Pero sabemos también que la estrategia de posicionamiento de marca debe ir acompañada de una gestión eficiente del sector en su relación con la población comprometida en sus zonas de influencia, sea bajo la modalidad de colaborador o como miembro de la comunidad.
La intervención social, el marketing y la comunicación deben ir de la mano en todo este proceso. Sin conexión entre las estrategias, cualquier esfuerzo de difusión será insuficiente.