El partido más importante de Perú no se jugará en Ecuador

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DePolítika

Sí, a todos nos ilusiona una clasificación que hasta hace unos meses parecía imposible y hoy parece al menos alcanzable. Muchos analistas deportivos consideran que el del martes será el partido más importante para Perú en los últimos 20 años, o más. Sin embargo, otro partido se está jugando en la cancha política, y de momento vamos perdiendo.

Por un lado, tenemos a los docentes en huelga, en una historia que ya dejó de ser exclusivamente un tema de derechos y se ha politizado en beneficio de Pedro Castillo, quien a todas luces ha ensayado bien su papel. Podríamos estar viendo el nacimiento de un nuevo Ollanta Humala. Como en muchos partidos de la selección, esta historia ya la vivimos ¿Habremos aprendido la lección?

Por otra parte, tenemos una pequeña guerra interna política. En un lado de la cancha tenemos a un Fuerza Popular al acecho de cada error del equipo rival, como un volante mixto, listo para robar cualquier pase corto o aprovechar una desinteligencia del rival e iniciar una contra letal. Sin embargo, por momentos el juego se torna sucio, y la hinchada ya empieza a exigir un juego más decisivo.

Keiko está agotando su papel de opositora oportuna, desapareciendo más tiempo del debido, con un liderazgo que no se hace sentir, y algunos de sus capitanes (léase, Héctor Becerril y Bartra), están comenzando a quedar en evidencia. Puede que ganen este partido pero, de continuar con ese estilo de juego, probablemente vuelvan a quedarse fuera del objetivo final (las elecciones 2021).

Del otro lado de la cancha, tenemos a un equipo partido, el del partido oficialista. PPK es de esos técnicos que no transmiten, que estudiaron mucho pero al parecer no entienden los códigos de una cancha de fútbol por nunca haber sido futbolistas. Además, tiene un equipo parchado, con jugadores que están pensando más en ser fichados por otros equipos, y que ya comenzaron a hacerle la camita. Para colmo de males, su capitán (Zavala), ha perdido completamente la brújula y la capacidad de dirigir a su equipo. Su hinchada ha comenzado a pedir resultados, exigen que caigan las vacas sagradas y que el técnico despierte de su letargo.

Y en el medio, nosotros, la hinchada. Nos estamos quedando dormidos. Esperando que llegue ese gol milagroso, esa jugada individual que nos saque del abismo. Mientras tanto, no exigimos ni alentamos, asustados de lo que pueda ocurrir si exigimos un cambio. En el fútbol hay revanchas, en la historia de un país, muchas veces, la falta de decisiones pueden llevarnos a perder más que un Mundial.

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