Mientras vemos cómo pasan los días, vemos miles de maestros de nuestro país que reclaman por salarios justos, vidas dignas y derechos tácitos; a la vez que médicos y enfermaras levantan su voz… Y así lo hace cada ciudadano de a pie, que ve su integridad física siempre en peligro, esté donde esté.
Cada día nos asombran y afectan profundamente las noticias que nos hacen ver cómo el ser humano cada día se deshumaniza y pierde toda consciencia, sentido de ética, respeto por las diferencias, solidaridad y justicia. Estamos recibiendo hermanos de países vecinos golpeados por la dictadura, por la indiferencia ante el dolor. Estamos viendo cómo la insania de tantos extremistas acaba con la vida de inocentes, y no solo en otros países, sino que pasa aquí en nuestra propia patria también.
Nos toca a los adultos de hoy explicarles a los niños y jóvenes el motivo de esta terrible realidad, de esta falta de liderazgo, de esta continua sucesión de hechos donde se ve el delito a flor de piel, donde caen en prisión presidentes, ex primeras damas, donde los ministros de importantes ministerios siguen dando vueltas a sus pobres argumentos, dejando al país en absoluta inestabilidad.
Es real que estos miles de maestros del país entero viven con sueldos paupérrimos. Es verdad que con ese salario mantienen familias, educan y tienen que dividir el día en dos turnos para generar unos centavos más. Es verdad que exigen lo que es justo, es verdad que deben ser capacitados y evaluados y más, pero ¿cómo?
¿No es verdad también que la educación que se da en colegios donde estudian los hijos de los ministros, por ejemplo, difiere totalmente de la que se da en aquellos lejanos y no tan lejanos colegios donde maestros hacen uso de gran creatividad y poquísimos recursos y se dividen y multiplican para lidiar con el hambre, no solo del alumno sino también del propio?… Del hambre de justicia y del hambre de mejora salarial.
Señores ministros… ¿Será que lograrán salir del sueño profundo en el cual se encuentran para, finalmente, hacer algo que justifique los miles de soles que ganan con el dinero del pueblo? ¿O seguiremos viviendo en este estado de impotencia que nos genera el solo verlos, tan ausentes de una realidad que golpea en la cara y nos hace ver que esta no es la vida que queremos ni que merecemos?
Tratemos de dar en casa, la paz y armonía necesarias, que nos permitan hacerle frente a esta triste realidad. Vivimos tiempos movidos fuera de casa, como para que internamente también nuestros hijos tengan que enfrentar injusticias y sueños profundos de protagonistas que deben aprender a conducir un hogar en igualdad, respeto, amor y tolerancia.