Un nuevo mensaje, una nueva oportunidad perdida. Las circunstancias económicas, pero sobretodo políticas exigían un mensaje esperanzador, pero sobretodo efectivo y hasta efectista. ¿El objetivo? Devolverle a la ciudadanía, y demás agentes económicos la tan esperada confianza. Desafortunadamente el presidente no dijo nada diferente de lo que anticiparon sus decisiones en materia de recambio ministerial: un pequeño cambio por aquí, otro por allá, pero al final más de lo mismo.
Conocido es el compromiso del Presidente Pedro Pablo Kuzcynski con la promoción de la inversión masiva en materia de agua y saneamiento. Lo dijo incansablemente durante la campaña y en diferentes oportunidades durante su primer año de gobierno. En este sentido, reiterar metas al 2021 y grado de compromiso podría resultar —como efectivamente resultó– inútilmente repetitivo si no es articulado en el contexto de darle velocidad e impulso al crecimiento económico.
Lo mismo sucede con la Reconstrucción con Cambios y la puesta en marcha de los trabajos necesarios para asegurar el éxito de los Juegos Panamericanos. Faltó un claro hilo conductor desde las políticas y los ingentes recursos hasta el logro del objetivo mayor: volver a altas tasas de crecimiento económico en el más corto de los plazos.
El Presidente desaprovechó la oportunidad y la ocasión festiva para mostrar un claro liderazgo en temas cruciales para el crecimiento de largo plazo. La Reforma Laboral apenas mereció unas cuantas menciones de Perogrullo, desaprovechando el recinto parlamentario para poner énfasis en la necesidad de enfrentar el gravísimo problema de la informalidad laboral y desempleo juvenil con reformas valientes y transformadoras.
Hizo bien el Presidente Kuzcynski en reconocer que el Estado se ha burocratizado. Pero lo hizo como si se tratara de una fatalidad, frente a la cual no cabe sino encogerse de hombros y rezarle al Altísimo para que las cosas cambien –probablemente de forma milagrosa. Ni una palabra autocritica mereció el papel del propio Estado en materia de informalidad laboral y medianía (si no abierta mediocridad) de la administración pública.
Pareciera que —como tantas veces en el pasado— el futuro de la economía peruana depende de los precios de las materias primas y de que no nos sorprendan «imponderables” como Lava Jato o el Niño, la Niña o el Niño Costero. Los buenos precios de los minerales volverán a impulsar la inversión privada, nos dice el Presidente Kuzcynski, pensando sobretodo en la inversión minera.
Pero ni una sola palabra acerca de acciones o planes para impulsar la inversión extranjera directa en áreas distintas a la minería, ni ideas o planes para influirle un soplo de vida a la industria de la construcción y la industria manufacturera.
Extrañamente, la ciudadanía se aferra a la tradición del 28 de Julio con la esperanza de que el aniversario patrio inspire y motive a quienes nos gobiernan a dar los pasos necesarios para enmendar rumbos. Este año, la expectativa ha sido la misma. El sentimiento de desencanto post-discurso, también. Solo queda esperar que el próximo 28 de Julio las cosas sean distintas.