Lejos de resolver el tema legal en estas líneas, y más allá de saber si la justicia peruana es o no es realmente “justa” con la ex pareja presidencial, queremos poner el énfasis de nuestro comentario sobre la prisión preventiva que hoy cumplen Ollanta Humala y Nadine Heredia, en su representación de hito histórico para el imaginario político de los peruanos.
Desde la caída del fujimorismo y tras la prisión de Alberto Fujimori, era sentido común asociar a sus partidarios o seguidores con la “corrupción”. Pero hoy, tras la orden de captura internacional de Alejandro Toledo y la privación de libertad de los Humala Heredia, esta percepción definitivamente cambió.
Demás está decir que el peor error cometido por los Humala Heredia fue ejercer la traición como principio máximo de su gobierno. Traicionaron su apuesta ideológica original… al menos esa que creyeron los peruanos que votaron por ellos. Traicionaron a sus aliados políticos más cercanos… a esos gobernadores regionales a los cuales enviaron encarcelar en alianza con una tecnocracia que preparaba su propia captura del poder… Y los utilizaron sin remordimiento… Y hoy ellos mismos los persiguen, evitando su posible fuga a París, y los condenan a sufrir el proceso judicial en prisión y lejos de sus tres hijos.
Traicionaron también a sus colaboradores más cercanos… esos que dieron el corazón por ellos, que los defendieron y luego recibieron un puñal por la espalda sin siquiera recibir una frase que explicara su traición. Traicionaron a la familia que les permitió diferenciarse del resto, con su pensamiento etnocacerista y un nacionalismo al cual se adhirió una mitad del país descontento con un modelo económico que ya hacía agua, y que a pesar de ello la tecnocracia pretende agotar hasta que les explote en el rostro… si es que ya no comenzó a explotarles.
Por eso están solos y nadie los defiende. Nadie los protege. Ni siquiera este gobierno con el cual pactaron para evitar el triunfo de su archienemiga Keiko Fujimori. Traición con traición se paga… dirían los nuevos relatores de la historia.
Lo cierto es que quienes pretendan conquistar el poder en adelante tendrán que resolver este dramático dilema. Hoy, nuestra clase política –gobierne quien gobierne y sin importar el color de la camiseta– es vista como corrupta… Y punto. ¿Cómo lo resolvemos? Hay que hacer algo de inmediato… O quienes creemos en el sistema estaremos perdidos para siempre… atrapados en nuestra propia encrucijada.