El reciente incendio en un centro de comercio de Lima y la muerte de jóvenes trascendió la informalidad en la que vivimos y hemos dejado avanzar. ¿Acaso alguno no sabía lo que estaba ocurriendo en nuestra propias narices? Ni siquiera una Central Sindical ubicada cercanamente al lugar siniestrado puede alegar que lo “desconocía”. Y se supone que defienden los derechos laborales de los más necesitados.
Lo peor es que sigue avanzando la informalidad en los principales emporios del comercio. No me refiero a los Malls, que se están reproduciendo en todo el Perú (generando puesto de trabajo formales), sino a esos lugares donde todo es “pirata”, de dudosa procedencia y autenticidad, y donde ofrece hasta cosas vencidas (por ejemplo, medicamentos).
El pretexto para la gente es que van porque es más barato. Les importa un bledo porque en el Perú “no pasa nada”. Ya algunos salieron a culpar a diversas instituciones: Ministerio de Trabajo y Promoción de Empleo, o la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (SUNAFIL). La respuesta inmediata de ellos es la falta de presupuesto y de personal. Pero realmente lo que nos hace falta es el uso de tecnologías disponibles, cruce de información, coordinación interinstitucional, y sobre todo principio de autoridad, algo que en este momento no se percibe en el caso concreto de la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) ni de la PNP. Dejemos de echar la culpa a otros y asumamos nuestra responsabilidad. Mientras sigamos comprando cosas en esos lugares seguirá la informalidad.
Un dato importante para el caso de los jóvenes en el Perú es que, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)[1], las personas entre 15 y 24 años de edad acceden, principalmente, a puestos de trabajo sin alta calificación: sectores como agricultura, comercio, restaurantes y servicios para hotelería. A esa población debidamente focalizada debemos darle una regulación que pueda hacer cumplir sus derechos fundamentales, laborales y de seguridad social (pensiones y salud).
Pretender que se cumpla con toda la rigidez laboral existente para estos trabajadores de micro y pequeñas empresas resulta muy difícil hacerlo de golpe. Me remito a los hechos acaecidos en ese centro de comercio de Lima. ¿Qué hacer? Primero lo más obvio. Iniciar una campaña de prevención a esos centros de comercio que todos conocemos y a los que alguna vez hemos ido y sabemos que no cumplen con las reglas (normas) preestablecidas.
Esta campaña debería ser coordinada e implementarse al mismo tiempo con inspectores de trabajo, fiscalizadores de la MML, la SUNAT y la PNP. La presencia de la autoridad es necesaria. Ante cualquier negativa, una denuncia inmediata ante la Fiscalía. Lo que no podemos hacer es ceder ni un milímetro. Sabemos ya las consecuencias nefastas que eso significa: perder vidas humanas.
Un segundo paso sería una programación a nivel nacional para cada región y así poder iniciar algo concreto y efectivo para esta población desprotegida, de la que nos acordamos solo cuando se requieren votos en elecciones cercanas.
[1] https://public.tableau.com/profile/satishramakrishna#!/vizhome/YouthEmploymentinLATAM_4/YouthEmploymentinLATAM