La agonía del MEF

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El enfrentamiento entre oficialismo y oposición, encarnados hoy en el Gobierno y el Congreso de la República, que dan como resultado el retiro de la confianza al ministro de Economía y Finanzas, Alfredo Thorne, y su renuncia inmediata al cargo, o la formación de una comisión para evaluar la remoción del Contralor General de la República, Edgar Alarcón, o la interpelación al ministro del Interior, Carlos Basombrío; son síntomas claros del deterioro de una institución que representó, los últimos 25 años, la mayor concentración de poder al interior del Poder Ejecutivo y el respeto de todo el país: el Ministerio de Economía y Finanzas.

El MEF (como lo conocemos quienes participamos en cargos de gerencia en el Estado peruano los últimos 25 años) se convirtió con el tiempo en una institución clave para la definición de políticas públicas en el país.

Desde el primer gobierno de Fujimori, pasando por los gobiernos de Paniagua, Toledo, García y Humala, los tecnócratas del MEF se convirtieron en los principales decisores de las reformas que se podían o no hacer en el Perú. Fueron ellos quienes promovieron reformas como la promoción de la pequeña y micro empresa (1995), con la creación de Prompex y Prompyme; la reforma de la vivienda social en el Perú (2001), con la creación del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento; la reforma del Seguro Social de Salud – EsSalud (2005); e impidieron otras muy importantes como la reforma educativa o el Aseguramiento Universal en Salud.

Con el paso de los años, el poder de los tecnócratas del MEF se fue debilitando. Su pensamiento político no aprendió de las necesidades de los sectores populares, sino que prefirió poner foco en los negocios alrededor de grandes inversiones en infraestructura y actividades extractivas.

Este modelo de crecimiento sin desarrollo ya mostraba falta de aire hacia finales del gobierno de García. Eso permitió el triunfo de Humala el 2011. Pero la tecnocracia del MEF volvió a capturar el poder, gracias a una alianza estratégica con la primera dama del gobierno anterior, quien volvió a darle al MEF un lugar protagónico en el manejo del Estado, hasta que cayó el ministro Castilla por el escándalo de la Ley Coca Cola.

El 2016, por primera vez en la historia de este país, la tecnocracia del MEF puso a una de sus principales figuras en el sillón de Pizarro. Pedro Pablo Kuczynski hacía realidad el sueño de la tecnocracia liberal y ganaba democráticamente la Presidencia de la República. La condición para su triunfo fue poner en evaluación un modelo de crecimiento que venía agotado, y que requería de un plan de verdadera inclusión social y política, además de luchar contra los evidentes tentáculos de las mafias del mundo ilegal.

Después de casi un año de gobierno, la apuesta por concentrar el poder en el MEF no cambió. La apuesta del gobierno sigue siendo la de concentrar el poder en un cajero gubernamental que condiciona la inversión pública en las regiones a través del presupuesto.

Si el gobierno no da un verdadero giro de timón en su forma de concebir la gerencia pública moderna del Estado peruano, difícilmente logrará poner el foco en el ciudadano. Son los servicios públicos los que deben darle Norte al gobierno y no solo las grandes inversiones de los grandes negocios. Esa es la diferencia entre un gobierno que invierte en mejorar las condiciones de vida de su gente, y otro que solo prioriza los impuestos para tener asegurado su flujo de caja.

La caída del ministro Thorne es solo un fiel reflejo de la agonía por la que atraviesa este ministerio que algún día fue el gran decisor de las políticas públicas en el país, y que nos permitió reinsertarnos en la economía mundial a mediados de los años 90.

En manos del nuevo ministro estará la decisión de darle una nueva centralidad a la política económica del país, aunque la confirmación de que el primer ministro Fernando Zavala tomará también el control de esta cartera hace presagiar que el rumbo a seguir por este gobierno no tendría visos de grandes cambios.

1 COMENTARIO

  1. Este enfoque está mal planteado. Al Ministro se lo botó por corrupto. Nada más. Otra cosa muy distinta es la evaluación de su gestión pésima que no le da méritos para pedir perdón. Yo no veo ningún enfrentamiento entre el Congreso (o el Fujimorismo) y el Ejecutivo. Todo lo contrario. Deberían agradecer la tolerancia que les dan. Otra cosa muy distinta es que vayan a permitir los actos o encubrimientos corruptos de Saavedra y de Vizcarra. No se entiende que el Congreso es muy tolerante con la política del Gobierno?? Con lo que no es tolerante es con los actos y elementos corruptos. No es cierto que para no desestabilizar la democracia todos se han hecho los locos sobre la orden de Ppk de chantajear al Contralor. Conclusión: PPK (sus Ministros son solo sus ejecutores) debe pensar y hacer obras para el desarrollo del país, no cualquier mega obra cuya impirtancia sea solo su coima. Así de claro.

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