Basta de violencia política contra las mujeres

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Imagen: La República

Que en el Perú estamos más sensibilizados con la lucha contra la violencia de género, lo estamos.

Que actualmente tenemos mejores herramientas legales para sancionar a los agresores, violadores y asesinos de mujeres, las tenemos.

Que en los últimos años se dota de mayor presupuesto al Programa Nacional de Violencia Contra la Mujer para no solo asistir a las víctimas, sino también hacer labor de prevención a través de los Centros de Emergencia Mujer, es cierto.

Que se cuenta al menos con una norma que regula la participación al 30% de hombres y mujeres (cuota de género) en cargos de elección popular, sí se cuenta.

Que se ha sincerado los tipos de violencia contra la mujer, de manera que ya no solo se habla de la Violencia Física, Psicológica y Sexual, sino también de la Económica y de una que se presenta de forma preocupante cada vez con mayor intensidad: la “Violencia Política” o también llamada “Acoso Político” ―y es en este punto en el que me voy a detener.

No es posible aspirar a una democracia plena si en el ámbito político no existe la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, sin un libre ejercicio de las libertades. Cómo fortalecer la democracia si no hemos podido desterrar, sobre todo en provincia, la Violencia Política contra la Mujer.

Es materialmente imposible crecer como sociedad, si la mujer no puede ejercer plenamente sus derechos políticos, siendo aún víctima de amedrentamiento, marginación, hostilización por parte especialmente de autoridades locales, quienes en muchos casos condenan a las lideresas a desempeñar funciones de ínfima trascendencia o de relleno, destinando los cargos de decisión a los hombres.

¡Ay de la mujer! ―en especial al interior del país― si osa incursionar en política, se le fustigará hasta el extremo de desembarcarla de sus aspiraciones, llegándose inclusive al extremo de agredirlas física o verbalmente y peor aún no solo a ellas, sino también a su entorno familiar.

Para colmo de males, la mentalidad machista pareciera estar enraizada en muchos medios de comunicación y hasta en las redes sociales, que tratan de forma diferenciada al hombre de la mujer. El grado de condescendencia hacia el hombre es evidente, más aún si es político; a ellos se les pasa casi todo por alto, ellos incurren en anécdotas, en lapsus, en errores, en tanto que las mujeres en faltas, en delitos, en grave inconducta.

¿Qué sociedad intolerante y discriminadora estamos construyendo?, ya es hora de cambiar de actitud empezando por nosotros mismos, basta ya de ridiculizar al adversario político al extremo de la vejación; basta ya del insulto maquillado como crítica. Basta ya de comentarios sexistas; basta ya de envilecer la política con adjetivos calificativos o frases censurables de “Cortesana”, “Lady Vaga”, “La Chancha”, “Hijo de ratero es ratero también”, “Feminazi”, “Chismosa y Mentirosa”, “Ganapanetón”, etc.

Elevemos el debate, refutemos con altura, respetemos a quienes piensan distinto o militan en tiendas políticas diferentes. No desalentemos con nuestra conducta a quienes aspiran desempeñar cargos políticos o en general, cargos de decisión. Basta ver los resultados de los últimos procesos eleccionarios en el Perú, son menos las mujeres ejerciendo poder político, ya sea en alcaldías, regidurías, consejerías, gobernaciones, parlamento y a este paso, difícilmente tendremos a corto plazo una Dignataria en el sillón de Pizarro.

Esto es el ¡ACOSO POLÍTICO!

¿Y para cuándo el Congreso de la República debatirá las iniciativas legislativas existentes que sancionan este tipo de violencia contra la mujer? ¿Qué hace falta para que se aprueben? ¿Voluntad política? El elector está tomando nota y no es tonto.

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