¿Por qué nos hemos acostumbrado a aceptar soluciones a medias? La improvisación como respuesta. ¿Por qué no hay ni un solo organismo estatal preocupado seriamente por educar al ciudadano en sus derechos, para que no nos sigan dando soluciones “parche”?
Y es que habría que preguntarse si todos los que dirigen el tránsito: ¿saben manejar? Los que planifican ciudades: ¿saben cómo hacerlas armoniosas, confortables y que generen valor? Los que diseñan leyes, reglamentos, guías y manuales: ¿realmente se ponen en el lugar de los que las interpretarán y aplicarán? ¿Por qué todo necesita un traductor? ¿un sabio interpretador que nos diga cómo aplicamos lo que piden? Y peor aún, ¿cuál es el objetivo, el beneficio? Y resulta, que mucha de esta mal diseñada y mal presentada ley, reglamento, guía o manual … ¡irá a dar a manos de nuestras autoridades que supuestamente las aplicarán para el beneficio de todos nosotros!
En fin, habría que preguntarse finalmente, si todos los que dicen defendernos, realmente saben cuáles son nuestros derechos, y también, porque no, nuestras debilidades, o es que se hacen las normas por cumplir, aunque nadie las entienda y por lo tanto no las sepan cumplir. ¿Qué es lo que pasa?, ¿simple indiferencia?, ¿apresuramiento?, ¿ignorancia?, ¿o hay poderosos intereses para hacerlas, incompletas, inaplicables, llenas de vacíos y contradicciones?
Si no lo saben los grandes gurús diseñadores de estas leyes, reglamentos, guías y manuales, si no se entienden o no son aplicables, no solo no serán beneficiosas para ordenar nuestro caos, si no que le agregarán un “cable” más a ese poste que todos tenemos en la esquina, donde conviven cables que se usan y otros más que no, pero que nadie se tomó la molestia de retirar.
Pongamos un ejemplo.
Solucionamos el comercio informal de las calles, metiéndolos en galerías ¿para qué?, ¿para no verlos en la calle?, ¿para que parezca que arreglamos el problema? La realidad es que la misma informalidad y hacinamiento que estaba en la calle, ahora está “guardada” entre muros.
Y cuando se incendian o se caen cansados de precariedad, las autoridades dicen que no entienden qué pasó, porque ellos revisan y dan recomendaciones, ponen multas y dan plazos para que arreglen las deficiencias, y mientras corren estos plazos esperan pacientemente a que “ojalá no ocurra nada malo”.