Mientras nuestras autoridades siguen dando cifras de feminicidio y nos cuentan lo que hacen en los centros de emergencia mujer, las mujeres de nuestro país siguen siendo atacadas por sus parejas… con taladros, hachas o cualquier herramienta útil para matar.
Las queman a ellas y a las personas que las rodean. Las golpean hasta matar y no importa quién esté alrededor, si están solas o acompañadas de sus hijos, o de quién esté cerca… ¡Simplemente las matan! O intentan hacerlo de la manera más inverosímil… ¿Cuánto tiempo más? ¿Qué más debemos ver? ¿Hasta cuándo veremos hechos reales sin prevenir estos casos? ¿Qué se está haciendo? ¿Qué se debe hacer como ciudadanos de a pie respecto a los que vemos cada día?
No podemos seguir siendo simples testigos de lo que vive nuestro país. Nuestros niños viven hoy las escenas más desgarradoras. ¡Actuemos, pero hagámoslo ya! Eduquemos a las personas que nos rodean en nuestros centros laborales, capacitemos, que se hable de educación emocional, que se hable de derechos, de autocuidado, del deber de una vida sin violencia.
En nuestros hogares estemos atentas a ver cómo se manejan las relaciones de nuestros hijos con sus parejas, si ya las tienen… ¿Cómo se ven? ¿Se ven felices? ¿O se ven más bien tristes? ¿Existe algún tipo de control, de celo que debe preocuparnos? Lo mismo con amigas y demás familiares. No podemos hacernos de la vista gorda. Las víctimas no siempre reconocen la situación que viven como una situación de violencia. Normalmente la justifican, maquillan la realidad, se quieren convencer que esto pasará, pero las personas que estamos fuera vemos más y mejor que ellas mismas. Prevención antes que intervención.
Independencia económica e independencia emocional, capacitación, no solo cifras… Gracias por recordarnos que nuestras mujeres siguen siendo víctimas de la violencia absoluta de sus propias parejas. Gracias por recordarnos que se está tratando de encontrar solución a este problema, pero mientras siguen buscando soluciones, seguimos enterrando no solo mujeres asesinadas. Enterramos también dignidad, familias enteras y renace la rabia, así como la impotencia por tanto dolor.