Los más cálidos recuerdos que un ser humano debe guardar en lo más profundo de su ser son aquellos vinculados al amor que solo una madre sabe prodigar. Aquella quien con ese inigualable don, sabe calmar y regocijar el corazón en los momentos que la duda, el temor, la angustia y el miedo se apoderan de ese hijo, tenga la edad que tenga.
Si como madre llenó de cuidados, cariño, presencia y más, esos hijos la tendrán presente cada día, y siempre serán fuente de paz y bienestar. Si, por el contrario, priorizó sus propias necesidades y dejó de lado ese importante rol, probablemente generó vacíos, ausencias y dolor en esos hijos, quienes hoy deben curar esas heridas.
En tiempos no tan pasados se pudo contar con la presencia de las madres en el hogar, cuidando, guiando a los niños, corrigiendo… a su manera… pero corrigiendo. Hoy en día, que la madre asume roles profesionales y se tiene que ausentar del hogar por más horas, quienes asumen ese rol son otras personas.
En el mejor de los casos, la abuela, o de lo contrario, las nanas, quienes con su mejor intención o con su mejor bonificación en camino, dan lo que pueden y saben, pero la presencia única y personal que da la madre ya no es como antes. Esto no quiere decir que se anula. Quiere decir que se tiene que encontrar momentos para compartir con los hijos de la mejor manera, y no solo juzgando o desaprobando. Es importante aprender a convivir con estos duros tiempos, en los cuales la tecnología ―en todas sus formas― muestra muchas veces amenazas que tenemos que aprender a detectar y combatir.
Comunicación con amor, con respeto, con tolerancia. NO con violencia. NO con maltrato. NO humillando. Tantos casos de estos vemos aún en consulta. Aparecen macabros juegos en línea, aparecen programas de tv que contaminan, noticias que nos dejan sin aliento…
Son tiempos complicados, pero las madres son esos seres capaces de poder llegar a la más íntima esencia del ser y simplemente curar, aliviar. El privilegio de dar vida, de ser madres es único y divino. Es responsabilidad de cada una de nosotras formar seres sanos emocionalmente, capaces de enfrentar los desafíos de la vida con valores, con respeto, con dignidad y con ética. Y esto solo se logra con el ejemplo. ¡Gracias por todo, mamá!