Opción por el riesgo

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Los desastres recurrentes afectan gravemente los avances en el desarrollo de un país, región o provincia, porque interrumpen abruptamente procesos económicos, sociales, culturales y políticos.

Cuando una Emergencia deja de ser controlada, cuando la población percibe que ya no será mejor atendida, entonces se inician —en muchos casos— dos procesos de reconstrucción: uno espontáneo de la población, que busca solucionar su problema de la mejor manera posible; y otro desde el Estado, que por presión social suele actuar apresuradamente sin mayor planificación. En ambos casos, la desesperación, apresuramiento, improvisación y falta de planificación suelen reproducir nuevamente las condiciones de riesgo.

La población impactada por un desastre requiere atención especial de manera sostenida, que permita la vida en condiciones de seguridad y salubridad, mientras los procesos de recuperación, rehabilitación, reconstrucción y reasentamiento se activan. Debemos ser conscientes que, entre el día del evento que causó el desastre y su recuperación, pasarán meses. No se afecta solamente construcciones e infraestructura. Lo que más se afectan son las personas, sus vidas y sus expectativas, en muchos casos más difíciles de recuperar.

Para hacer las cosas bien se necesita tiempo y planificar. De ahí que sea tan importante dotar del confort necesario a las poblaciones afectadas y damnificadas, para que puedan esperar sin exponerlos a nuevos riesgos. Hoy, hay más de un millón de personas afectadas. De ellas, 200 mil damnificadas, 205 albergues temporales con 31 mil personas y un número mayor viviendo en viviendas vecinas y con familiares, y más de 400,000 personas en inseguridad alimentaria.

Urge gestionar integralmente alojamientos de emergencia. Los hay dispersos cerca a sus viviendas originales y en albergues… Pero ¿sabemos cuánto tiempo se requerirán los albergues? Y sabemos ¿cuánto tiempo soportará la población alojada en viviendas vecinas y familiares?

Debemos garantizar habitabilidad, agua, disposición de deshechos, mejorar la gestión alimentaria, implementar sistemas de protección a los más vulnerables, remover lodos y escombros, controlar epidemias y enfermedades por exposición al calor, polvo y falta de higiene.

Se requiere una verdadera administración de la emergencia para recién esperar la reconstrucción.

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Ex Directora Ejecutiva de Cofopri. Ex Presidenta Ejecutiva del Instituto Catastral de Lima. Arquitecta - Urbanista por la Universidad Nacional Federico Villarreal, Postgrado en Planificación Gestión Urbana del Instituto Español de Administración Pública, Egresada de la Maestría de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico.

Experiencia en Consultoría y Asesoría a Gobiernos Locales y Ministerios de Economía y Finanzas, y Vivienda Construcción y Saneamiento, en Información y Gestión Territorial, Catastro con fines tributarios, Catastro de daños por desastres. Gestión de Proyectos de Gestión Territorial y Programas de Reconstrucción de Viviendas. Ponente en las Conferencias de Tierra y Pobreza del Banco Mundial.

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