Ahora resulta que, según el Primer Ministro, el supuesto reglaje al Ministro de Defensa podría haber sido realizado por agencias privadas de seguimiento, esas que son contratadas por personajes oscuros para hacerle daño a terceros inocentes que no tienen culpa alguna. ¿What?
¿Cómo interpretar esta declaración contraria a la denuncia pública de reglaje que hizo días antes el ministro de Defensa contra él y sus funcionarios de confianza? ¿Cómo interpretar que se lo atribuyera a oscuros personajes del mismo gobierno, mientras su jefe inmediato solo lo desmienta y no le pida su inmediata renuncia si es que no muestra pruebas concretas de su temeraria declaración inicial? ¿Por qué este gobierno pasa por agua tibia un escándalo de tal magnitud y a muy pocos parece importarle? ¿Será que la vieja historia del reglaje se convierte hoy en psicosocial gubernamental?
Lo aterrador de esta historia es que le ocurra al ministro de Defensa, quien tiene a su cargo las fuerzas armadas, la responsabilidad de proteger nuestras fronteras, quien lidera la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, quien supuestamente tiene control sobre las principales centrales de inteligencia del país. Como diría el chapulín colorado: Y ahora… ¿quién podrá defendernos?
Lo cierto es que la ausencia de una estrategia de gestión en el gabinete Zavala es más que evidente. Las pugnas internas no se pueden disimular, a pesar que el primer ministro las desmienta en cuanta ocasión se le presenta. Freud diría que su negación repetitiva no es más que la confirmación del acto negado.
¿Cómo explicar la depresión en la que parece haber caído el Ministro de Economía, quien no logra incrementar niveles de inversión pública ni privada, y mucho menos detener la caída libre del crecimiento económico? ¿Cómo explicar a un Ministro de Transportes y Comunicaciones jaqueado por una dudosa adenda para el aeropuerto de Chincheros y opacado, entre más de 200 puentes caídos, por un ministro de Defensa que fue la estrella de la Emergencia del Niño Costero, pero que cae en desgracia por mantener en su cargo a una secretaria general que confundió “peluquería” con “acto oficial”? ¿Cómo explicar la mano blanda del primer ministro y su dificultad para integrar tras un sueño país a sus ministros de Estado?
La percepción de ingobernabilidad y desconfianza se incrementa. Se siente en los actos de violencia familiar y barrial que vemos en los noticieros cada día. Se siente en las calles, donde operan traficantes de armas que capacitan a sicarios en complicidad con malos personajes de nuestras fuerzas armadas. Se siente cuando nuestras autoridades trasladan la mesa del consejo de ministros a los sets de radio y televisión. Se siente cuando activistas de MOVADEF desfilan con pancartas de los principales enemigos terroristas del país, pidiendo su libertad en nuestras narices y en nuestras calles y nadie hace nada al respecto. Se siente cuando tenemos miedo de salir a las calles porque no sabemos qué pueda pasarnos. Se siente cuando un Ministro de Estado patea el tablero gubernamental con la vieja historia del reglaje, y hasta hoy —casi una semana después de su denuncia— no sabemos a ciencia cierta hasta dónde quiere llegar.