Los últimos días —para variar— hemos estado viviendo situaciones que nos dejan atónitos, preocupados y asqueados una vez más. Vemos cómo el ser humano llega a situaciones de tanta bajeza y trastornos de personalidad escalofriantes, como el descuartizar con una frialdad absoluta a un hombre y luego esparcir las partes de su cuerpo por todo Lima, como quien se deshace de simples restos inservibles, causando a la familia y amigos el dolor más profundo que se pueda tolerar; para luego verlo responder mecánicamente… Estoy arrepentido.
Sin salir aún del estupor, tenemos que ver cómo un grupo de jóvenes alientan a un inescrupuloso y cobarde, violando a una joven alcoholizada sin capacidad para defenderse siquiera, y una vez capturado responder mecánicamente… Estoy arrepentido.
Estamos viendo cómo son expuestas las mafias en las cuales nuestras autoridades terminaban de arrasar, y con soberbia, con la dignidad de todos los peruanos. La gran pregunta es… ¿Estarán arrepentidos?
¿Cuántas veces permitimos que atropellos, faltas de respeto ante reglas de convivencia y faltas de honestidad quieran ser borradas con un simple… Me arrepiento? ¿Cuántas veces más viviremos hechos que atenten contra la salud pública y el bienestar de la sociedad? Esperar que alguien haga algo por nosotros será una espera inútil. Ser parte del cambio es una obligación.
Terminamos una semana de reflexión y oración. Tal vez hemos sido testigos de cómo muchos, con golpes de pecho, quieren pasar desapercibidos y deslizan un “Estoy arrepentido” como quien no quiere ser oído.
Está en ti, padre de familia, el corregir a tiempo esto. En ti, hombre o mujer violentado, el NO aceptar arrepentimientos que camuflan golpes silenciosos. En ti, ciudadano de a pie, saber detectar a tiempo relaciones contaminantes que, a la larga, solo acaban hundiéndote en soledad y sentimientos de culpa… Está en cada uno de nosotros elegir vivir en armonía con lo que sentimos, pensamos y cómo actuamos.
Basta ya de falsos arrepentimientos que solo terminan de hundirnos. Esta tarea por asumir responsabilidades y NO permitir que otros se hagan los locos y eviten asumir las consecuencias de sus actos es tarea de todos. No podemos seguir eludiéndola más.