El Estado somos todos

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Este es el primer artículo que escribo después de la enriquecedora experiencia que significó estar al frente del noticiero del Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), en medio de la emergencia que ha significado el Niño Costero para nuestro país.

Puedo rescatar varias lecciones aprendidas. La primera, la importancia de tener – en medio de una situación especialmente difícil como la vivida – una sola voz que comunique, que proporcione información oficial, clara y precisa a la población.

Una voz oficial, entendida no como la voz que «le lava la cara» al gobierno de turno, si no como la voz autorizada y respaldada por datos previamente contrastados, que informe sin alarmar, pero alertando y brindando información certera, de manera que pobladores y autoridades tengan los mayores elementos para poder tomar mejores decisiones y se ponga freno a la ola de rumores, noticias falsas, y especulaciones que suelen circular en circunstancias como ésta, en un intento por crear caos y zozobra.

Hubo momentos en que se produjeron hasta 25 huaicos en simultaneo, centenares de familias damnificadas por los desbordes y las intensas lluvias, personas fallecidas, desaparecidas; puentes caídos, carreteras bloqueadas, tránsito interrumpido y viviendas destruidas.

Por ello fue primordial conocer y mostrar el trabajo que realiza el COEN. Una labor de 24 horas al día, que en esta emergencia no conoció descanso.

Fue este el centro de mando, liderando las acciones y la información; con voceros oficiales de las principales instituciones involucradas como las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, INDECI, el SENAMHI, IMARPE, el Cuerpo General de Bomberos, el Instituto Geofísico, el Centro de Prevención de Desastres, entre otras; dejando en evidencia y transmitiendo la seriedad y orden con que trabajan. Hecho que infunde seguridad y confianza en medio de una emergencia.

Esta experiencia nos ha servido para reconocer y fortalecer la presencia del Estado, en los lugares donde se necesitaba a alguien responsable de ver que las acciones de apoyo, previstas en favor de los damnificados, fueran cumplidas.

Hemos visto al Ejecutivo trabajando duro, respondiendo con acciones ante las necesidades y requerimientos de la población. Si alguna autoridad no cumplió su rol o peor aún, pretendió sacar provecho de la desgracia, deberá ser procesada y sentenciada. En circunstancias como ésta, actuar así es un doble crimen.

Hemos visto al Ejecutivo trabajando duro, respondiendo con acciones ante las necesidades y requerimientos de la población. Si alguna autoridad no cumplió su rol o peor aún, pretendió sacar provecho de la desgracia, deberá ser procesada y sentenciada. En circunstancias como ésta, actuar así es un doble crimen.

El Estado somos todos. Actuar como Estado es ir mas allá de quien está como presidente o ministro y se ha visto un trabajo realmente mancomunado. Ejecutivo, Fuerzas Armadas, Policía Nacional, bomberos, brigadistas, etc. Eso es importante a nivel social porque la gente ha sentido que no sólo el gobierno, sino su Estado estaba ahí, acudiendo a su emergencia y estableciendo prioridades. Obviamente, dada la magnitud de este Niño Costero, todos los afectados consideraban que la suya era la situación que ameritaba especial atención, y al no recibir la ayuda con la premura que exigían, protestaban. Es lógico. Así son las emergencias. Pero hay que entender también que en casos como éste, se busca atender a todos los afectados, pero es primordial establecer prioridades.

Superada la emergencia, es necesario establecer responsabilidades. Muchos de los alcaldes estuvieron escondidos. La mayoría brilló por su ausencia. Entiendo que fue así porque sabían que ellos son responsables de haber permitido que se levanten viviendas en zonas totalmente inseguras, prohibidas.

No es que el río tiene furia o se ensaña. No. La naturaleza no tiene furia, ni se ensaña o castiga. La naturaleza simplemente reclama su espacio. Somos nosotros quienes hemos invadido su lugar.

No es que el río tiene furia o se ensaña. No. La naturaleza no tiene furia, ni se ensaña o castiga. La naturaleza simplemente reclama su espacio. Somos nosotros quienes hemos invadido su lugar.

Los alcaldes y gobernadores regionales tienen una responsabilidad muy grande y lamentablemente esta vez no estuvieron a la altura de la emergencia. Gran parte de ellos dejó bastante que desear.

Finalmente, ¿qué hacemos nosotros como ciudadanos? Nuestra primera tarea es organizarnos mejor como sociedad civil, asumiendo cada uno su responsabilidad. Sin ir muy lejos, los simulacros no los tomamos en serio porque pensamos que «a nosotros no nos va a pasar». Debemos tener más cuidado a la hora de elegir a nuestras autoridades, porque en estas emergencias se puede medir su capacidad, temple y liderazgo.

Pero definitivamente, la mejor y más gratificante lección aprendida es la capacidad de solidaridad que tenemos los peruanos. Es extraordinario. He podido ver gestos de gente que con lo poco que tenía, llegaba para compartir platos de lentejas con arroz y pescado frito entre los pasajeros y choferes atrapados en medio de la carretera tras la caída de un huaico. Esa solidaridad hace que reafirme mi fe en el ser humano. Los peruanos somos solidarios, de eso no tengo la menor duda y es el valor que más hemos desarrollado.

Sí, son muchas las lecciones que nos deja El Niño Costero pero la más importante, es la enorme responsabilidad del Estado en situaciones de emergencia. En ese sentido, considero que hemos sabido responder: con los ministros distribuidos en las zonas de emergencia, las organizaciones gubernamentales y ONG apoyando a damnificados y afectados, la empresa privada poniendo el hombro, los brigadistas y voluntarios cumpliendo un rol trascendente, los medios de comunicación informando, y sobre todo, con la gente que se puso a disposición de quienes más necesitaban en el momento que el país lo requería.

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